Me temblaban las manos mientras miraba la larga lista de notas malas que aparecían en la libreta de mi hijo, estudiante de enseñanza media.
—¿No te advertí que esto iba a suceder?—, le reclamé.
Él, callado, me daba la espalda. Proseguí mi ataque.
—El problema contigo es que eres un flojo.
Enfurecida por su silencio, añadí:
—Ni siquiera tiene sentido tratar de hablar contigo. ¡No vas a lograr nada en la vida!
Acababa de golpear a mi hijo con tres tipos de observaciones que, según los expertos, se cuentan entre las más perjudiciales para los niños: un “¡Te advertí!” pronunciado desde la excelsitud de mi sabiduría, una etiqueta negativa y una condena general de su futuro. Envuelta en mi propia rabia y frustración, denigré y aparté de mí a mi hijo, y empeoré una situación de por sí mala.
De tanto en tanto, todos decimos cosas ofensivas a nuestros hijos, y no por ello se acaba el mundo. Empero, la repetición constante de comentarios como los anteriores puede perjudicarlos para toda la vida.
Los niños aprenden a comunicarse en casa. Los chicos que son blanco permanente de insultos y críticas llegan a adultos usando el mismo lenguaje negativo. Esto puede ocasionarles dificultades en el trabajo, con sus cónyuges y con sus propios hijos.
Los psicólogos, los educadores y otros expertos han identificado los comentarios más destructivos que los padres hacen a sus chicos. Si usted ha incurrido en esta conducta, quizá está minando la sensación de bienestar de su hijo hoy y en los años venideros. He aquí siete de las frases más comunes y destructivas que puede decir a sus pequeños.
“DEBERÍAS HABERLO HECHO ASÍ”
Un niño en edad preescolar, con mucho esfuerzo, aprende a atarse los cordones de sus zapatillas. Va con su padre y le muestra orgullosamente su logro.
—Fantástico —le dice éste—, pero deberías haberte puesto cada zapato en el pie que corresponde.
No sea crítico. Cuando se combina el elogio con la censura, los chicos suelen prestar más atención al aspecto negativo del comentario. Si su pequeña de cinco años ha hecho su cama, y usted de inmediato reacomoda la almohada mientras le dice que ha hecho un magnifico trabajo, ella pensará: “Mamá alaba mi esfuerzo, pero supongo que pude haber hecho esto mejor".
Hasta la crítica constructiva duele cuando se expresa en un mal momento; por ejemplo, inmediatamente después de que el niño ha fallado en alguna tarea. Su vulnerabilidad es mayor entonces. Puesto que ni el padre ni el hijo pueden modificar un resultado decepcionante, en ocasiones es preferible no hablar del asunto de inmediato. Más tarde dirija sus esfuerzos a explorar los sentimientos del niño y a trabajar con él para encontrar la manera de mejorar su desempeño.
Tomado de la Revista digital "Ser Feliz" de Sergio Valdivia la cual recomiendo. http://www.serfeliz.net/