lunes, 14 de abril de 2008

¿criticar a los hijos?

Me temblaban las manos mientras miraba la larga lista de notas malas que aparecían en la libreta de mi hijo, estudiante de enseñanza media.

—¿No te advertí que esto iba a suceder?—, le reclamé.

Él, callado, me daba la espalda. Proseguí mi ataque.

—El problema contigo es que eres un flojo.

Enfurecida por su silencio, añadí:

—Ni siquiera tiene sentido tratar de hablar contigo. ¡No vas a lograr nada en la vida!

Acababa de golpear a mi hijo con tres tipos de observaciones que, según los expertos, se cuentan entre las más perjudiciales para los niños: un “¡Te advertí!” pronunciado desde la excelsitud de mi sabiduría, una etiqueta negativa y una condena general de su futuro. Envuelta en mi propia rabia y frustración, denigré y aparté de mí a mi hijo, y empeoré una situación de por sí mala.

De tanto en tanto, todos decimos cosas ofensivas a nuestros hijos, y no por ello se acaba el mundo. Empero, la repetición constante de comentarios como los anteriores puede perjudicarlos para toda la vida.

Los niños aprenden a comunicarse en casa. Los chicos que son blanco permanente de insultos y críticas llegan a adultos usando el mismo lenguaje negativo. Esto puede ocasionarles dificultades en el trabajo, con sus cónyuges y con sus propios hijos.

Los psicólogos, los educadores y otros expertos han identificado los comentarios más destructivos que los padres hacen a sus chicos. Si usted ha incurrido en esta conducta, quizá está minando la sensación de bienestar de su hijo hoy y en los años venideros. He aquí siete de las frases más comunes y destructivas que puede decir a sus pequeños.

“DEBERÍAS HABERLO HECHO ASÍ”

Un niño en edad preescolar, con mucho esfuerzo, aprende a atarse los cordones de sus zapatillas. Va con su padre y le muestra orgullosamente su logro.

—Fantástico —le dice éste—, pero deberías haberte puesto cada zapato en el pie que corresponde.

No sea crítico. Cuando se combina el elogio con la censura, los chicos suelen prestar más atención al aspecto negativo del comentario. Si su pequeña de cinco años ha hecho su cama, y usted de inmediato reacomoda la almohada mientras le dice que ha hecho un magnifico trabajo, ella pensará: “Mamá alaba mi esfuerzo, pero supongo que pude haber hecho esto mejor".

Hasta la crítica constructiva duele cuando se expresa en un mal momento; por ejemplo, inmediatamente después de que el niño ha fallado en alguna tarea. Su vulnerabilidad es mayor entonces. Puesto que ni el padre ni el hijo pueden modificar un resultado decepcionante, en ocasiones es preferible no hablar del asunto de inmediato. Más tarde dirija sus esfuerzos a explorar los sentimientos del niño y a trabajar con él para encontrar la manera de mejorar su desempeño.


Tomado de la Revista digital "Ser Feliz" de Sergio Valdivia la cual recomiendo. http://www.serfeliz.net/

lunes, 7 de abril de 2008

Carta de una madre para su hija.

Estábamos sentándonos a comer cuando mi hija casualmente menciona que ella y su esposo están pensando en "empezar una familia."

"Nosotros estamos haciendo una encuesta," dice ella, en broma.

"¿Crees que debería tener un bebé?"

"Cambiará tu vida," digo, cuidadosamente manteniendo mi tono neutral.

"Yo sé," dice, "no más fiestas los fines de semana, no más vacaciones espontáneas..."

Pero eso no es en lo absoluto lo que yo quise decir. Miro a mi hija, intentando decidir que decirle.

Quiero que sepa lo que ella nunca aprenderá en clases de parto.

Quiero decirle que las heridas físicas por dar a luz un niño sanarán, pero que el volverse madre la dejará con una herida emocional tan profunda por la cual ella será vulnerable para siempre.

Pienso en advertirle que ella nunca leerá de nuevo un periódico sin preguntarse "¿y si eso le hubiera pasado a mi niño?" Que cada accidente de aviación, cada incendio en una casa la obsesionará.

Que cuando vea fotos de niños hambrientos, se preguntará si algo podría ser peor que vivir la muerte de tu hijo.

Yo la miro cuidadosamente, sus uñas finamente pintadas y el traje elegante y pienso que no importa cuan sofisticada ella sea, el convertirse en madre la reducirá al nivel primitivo de una osa que protege su cachorro.

Que una llamada urgente de "¡Mamá!" le hará dejar caer un soufflé o su mejor cristal sin vacilar por un momento.

Siento que debo advertirla que no importa cuantos años ella haya invertido en su carrera, esta se descarrilará profesionalmente a causa de su maternidad. Ella podrá hacer los arreglos para dejar al niño en casa al cuidado de una niñera, pero un día irá en camino de una reunión de negocios importante y recordará el dulce olor de su bebé y tendrá que usar cada gramo de su disciplina para no correr a casa, sólo para asegurarse que su bebé esta bien.

Yo quiero que mi hija sepa que las decisiones cotidianas ya no serán rutina. Que el deseo de un niño de cinco años de ir al baño de hombres y no al de mujeres en McDonald se volverá un dilema mayor.

Que justo allí, en medio del ruido de bandejas y niños gritando, los problemas de independencia e identidad de sexo serán sopesados contra la perspectiva de que haya un abusador de niños acechando en ese baño.

No importa cuan decisiva pueda ser ella en su trabajo, se criticará a sí misma constantemente en su papel de madre. Mirando a mi hija tan atractiva quiero asegurarle que en el futuro ella perderá los kilos de más del embarazo, pero nunca se sentirá igual sobre ella misma. Que su vida, ahora tan importante, será de menos valor para ella una vez que tenga un niño.

Que ella renunciaría a esta en un momento por salvar sus hijos, pero que también empezará a desear más años - no para lograr sus propios sueños, sino para ver a sus hijos lograr los suyos.

Yo quiero que ella sepa que una cicatriz de cesárea o las estrías se convertirán en insignias de honor.

La relación de mi hija con su marido cambiará, pero no de la manera que ella piensa.

Deseo que ella pudiera entender cuanto más uno puede amar a un hombre que tiene cuidado para empolvar a su bebé o que nunca duda para jugar con su niño. Yo pienso que ella debería saber que se sentirá de nuevo completamente enamorada de él por razones que ahora encontraría muy poco románticas.

Yo deseo que mi hija pudiera darse cuenta del lazo que ella sentirá con mujeres a lo largo de la historia que han intentado detener guerras, discriminación y borrachos al volante.

Espero que ella entienda por que yo puedo pensar racionalmente sobre la mayoría de los problemas, pero ponerme como loca cuando discuto sobre la amenaza que supone una guerra nuclear en el futuro de mis hijos.

Yo quiero describir a mi hija la euforia de ver a su niño cuando aprenda a montar una bicicleta. Quiero capturar para ella las carcajadas de un bebé que esta tocando la piel suave de un perro o un gato por primera vez. Quiero que saborée la dicha que es tan real, que de hecho duele.

La mirada interrogativa de mi hija me hace caer en cuenta de las lágrimas que se han formado en mis ojos. "Nunca te arrepentirás de ello," digo finalmente. Entonces alcanzo por sobre la mesa la mano de mi hija y la aprieto y ofrezco una oración silenciosa por ella, y por mí, y por todas las mujeres que tropezaron en su camino hacia la más maravillosa de todas las profesiones. Este regalo bendito de Dios... el hecho de ser Madre.

¿Trabajar?

"Trabajar con amor es orar con las manos."