jueves, 6 de julio de 2006

Gracias, Señor.

Gracias, Señor, por mis brazos buenos,
cuando hay tantos mutilados;
por mis ojos buenos,
cuando hay tantos sin luz,
por mi voz que canta, cuando tantos enmudecen;
por mis manos que trabajan,
cuando hay tantos que mendigan,
por conservarme siempre con salud,
por el pan nuestro de cada día;
por guiarme siempre por el buen camino.
Es maravilloso Señor tener un hogar donde volver
cuando hay tanta gente que no tiene donde ir.
Es maravilloso Señor, amar, soñar, sonreír,
cuando hay tanta gente que llora, que odia,
que se vuelve en pesadillas y tantos que mueren antes de nacer.

Es maravilloso Señor, sobre todo, tener tan poco que pedirte y tanto que agradecerte.

¡Baila como si nadie te estuviera viendo!

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados de que los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo sean.
Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esa etapa. Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro(a) esposo(a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.
La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida siempre estará llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas.
Una de mis frases favoritas es de Alfred D. Souza: "Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar - la vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar. Entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida. Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad. La felicidad es el camino". Así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartas con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo.
Y recuerda que el tiempo no espera por nadie...
Así que deja de esperar hasta que termines la escuela, hasta que vuelvas a la escuela, hasta que bajes 10 kilos, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que tus hijos se vayan de casa, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño, el invierno, o hasta que mueras... para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz.
La felicidad es un trayecto, no un destino.

TRABAJA COMO SI NO NECESITARAS DINERO.
AMA COMO SI NUNCA TE HUBIERAN HERIDO.
Y BAILA COMO SI NADIE TE ESTUVIERA VIENDO

lunes, 3 de julio de 2006

El valor de una sonrisa

¿Sabes el valor de una sonrisa?
No cuesta nada pero vale mucho.
Enriquece al que la recibe, sin empobrecer al que la da.
Se realiza en un instante y su memoria perdura para siempre.
Nadie es tan rico que pueda prescindir de ella,
ni tan pobre que no pueda darla.
Crea alegría en casa;
fomenta buena voluntad
y es la marca de la amistad.
Es descanso para el aburrido,
aliento para el descorazonado,
sol para el triste,
y recuerdo para el turbado.
Y, con todo, no puede ser comprada,
mendigada, robada,
porque no existe hasta que se da.
Y, en el último momento de compras,
el vendedor está tan cansado
que no puede sonreír,
¿quieres tú darle una sonrisa?
Por que nadie necesita tanto de una sonrisa,
como los que no tienen una
para dar a los demás.


PADRE ALBERTO HURTADO

El ángel de los niños.

Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer le dijo un día a Dios:

Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. Pero ¿Cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando, él te cuidará.

Pero dime, aquí en el Cielo, no hago más que cantar y sonreír ¿y eso basta para ser feliz?
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tu serás su amor y serás feliz.

¿Y cómo entender cuando la gente me hable?, si no conozco ese extraño idioma que hablan los hombres
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.

¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar.

He oído que en la tierra hay hombres malos, ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.

Pero estaré siempre triste porque no te veré Señor
- Tu ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque Yo siempre estaré a tu lado.

En ese mismo instante una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía suavemente
- Dios Mío, si ya me voy, dime su nombre ¿Cómo se llama mi Ángel?

Su nombre no importa, tú le dirás MAMÁ.